Vista parcial del Foyer del Teatro Nacional. |
Ese espacio mágico, donde confluyen diversas manifestaciones artísticas, para mí es una cajita decorada con oro, pinturas y esculturas, que hacen del lugar algo muy especial y en mi caso, es como una mezquita donde mi alma puede dialogar con mi amada, mi gran pasión y la que siempre me acompaña... el arte.
Ya eran las 5 de la tarde y en el Foyer del teatro estaba todo listo para el espectáculo era un recital de piano. El piano de cola, majestuoso y con un negro brillante reinaba en la sala y poco a poco iban ingresando diversas personas a escuchar lo que sería una excelente tarde de música instrumental. El pianista comenzó con gran maestría a tocar música española, argentina, cubana y una costarricense; del piano brotaban las notas más dulces que poco a poco calmaban la tristeza de mi alma... un momento exquisito donde podía hacerme uno con el arte de los sonidos, en medio de las decoraciones antiguas de la sala. Esos sonidos ingresaban a mi mente y apaciguaban el dolor que me embarga y era como estar en el "Nirvana" o el "Karma"... un éxtasis místico entre yo y el arte, que por momentos sentía que flotaba y las musas descendían y me daban ese abrazo que tanto necesito.
En uno de esos momentos de "lapsus" como lo llamaría Freud, me "despierto" de esa larga meditación y por un momento miro la silla que estaba a mi lado.... UNA SILLA VACÍA, la única de la sala que estaba sin nadie----porque todos los presentes venían acompañados. Casualmente compré dos entradas... ese espacio también era mío... pude haberlo compartido con alguien, pero necesitaba verlo así, necesitaba sentirme solo... necesitaba sentir la ausencia de mi ser amado, ese ser que parece que nunca llega.
De nuevo la tristeza comenzó a lamer mi corazón, de sentirme de nuevo solo, de sentirme de nuevo sin esa "musa humana" que todo hombre sueña y que en mi caso siempre sucede lo mismo... De pronto, como algo divino y justo, creo que fue mi Dios sintiendo que la tristeza vencía de nuevo mis ánimos caídos, envía a mi mente, como un rayo, una palabra que me sacó de ese "lapsus" de tristeza: "Este momento mágico es tuyo... es sólo para tí", comprendí entonces que debo de pensar un poco mas en mí, dejar de mendigar tiempos para alguien que todavía y por voluntad del creador no llega... este momento mágico que solo yo lo podía disfrutar, no es para cualquier "musa humana" que tal vez sepa valorar esos momentos.
Suena algo egoísta, lo sé y no estoy acostumbrado ha pensar así... pero con esa "Silla vacía" aprendí que hay momentos que son solo para mí, los momentos para compartir con mi "musa" vendrán cuando Dios quiera y estaré preparado para compartir con ella mas momentos mágicos de arte el resto de mis días...
La tarde murió con las últimas notas del pianista y la noche llega con los últimos rayos del sol que se perdían por las ventanas del teatro. Al salir tomé el tren a Heredia y regresé a mi casa muy feliz....