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Los trenes de Antonio García Zamora

Domingo Ramos A.
Escultor
Antonio García y Domingo Ramos.
En el pasado los trenes fueron objeto de los pinceles impresionistas franceses y ahora lo son del joven creador costarricense Antonio García Zamora, quien ya produjo una serie de obras originales, de alto contenido evocador sobre las líneas del tren: la espera…Hoy nos propone una colección de obras estupendas sobre el regreso del tren.

"Locomotora 87", 2010.
Han transcurrido 146 años desde la aparición del primer tren inglés, fruto de la Revolución Industrial del S.XIX. Pero dicha “serpiente de hierro” empezó a unir pueblos costarricenses y acelerar el progreso desde las últimas décadas del 1800, hasta que un siglo después, la miopía de un ex presidente de la república, la condenó al olvido…

Por ello los trenes de García Zamora se asoman como fantasmas del pasado, detenidos en la memoria desvelada del autor, que los recrea sobre papel hecho a mano, hecho con sus propias manos y en formatos irregulares…Tinta china, acuarela y fragmentos de tiempo corroído. Ecos arrebatados a la historia. No aparece vida humana en ellos, aunque todo transpira humanidad, nostalgia, tiempo, canto y ayer.

"Tren Apolo", 2011.
Los trenes son hoy día los medios de transporte más eficaces, seguros y ecológicos de todo el mundo. Pero su figura romántica forma parte de la memoria de los pueblos y nunca otro metal reemplazó mejor el bronce de las campanas del tiempo, que aquel del tren. Ligado a los recuerdos de antaño y su sereno deslizarse, el tren es parte del ayer y los abuelos, de un campo que se ha ido, de un tiempo que se marchó sobre sus propios rieles, de un mundo que languidece en la fría nieve de la despiadada modernidad. Libros, historia, cuento y poesía, se ha tejido sobre estos nobles “caballos de hierro” que unen y separan, acercan y alejan, llevan y traen, se van y vuelven con su silbar bucólico, su humo y su vaivén... Muchos trenes se llevaron al esposo, al novio, al hijo, al padre o al hermano que sucumbió en la guerra. En muchos de ellos regresó el ausente o la amada del corazón. En uno de ellos se fue un día la Cordera, luego Pinín y, la Rosa, de Leopoldo Alas, se fue hacia la vida… En uno de ellos vamos todos sobre los rieles del destino, hacia lo desconocido…

Con su obra reciente, el artista Antonio García se sumerge en el pasado y rescata parte de la memoria olvidada del costarricense, de una historia indeleble que es raíz profunda en el espíritu de este pueblo, ligado a cacaotales, bananales y grano de oro. Sus trenes fragmentados aparecen entre hilos que, como redes o telarañas, envuelven, atrapan o proponen rumbos diversos. Son nervaduras que, a modo de macramé, retienen las piedras valiosas de nostálgicos recuerdos. Son telarañas que cuelan vientos milenarios y tiempos decantados, para atrapar olvidos vivientes. En estas obras de arte, nada es casual ni descuidado; cada línea es protagonista de una historia leída y entendida.

"La espera", 2010.
Las obras plásticas de García Zamora evocan, sugieren e invitan a la reflexión. Son la nostalgia de una Costa Rica que perdió sus rieles y el arco iris de las ruedas de las carretas que cantaron a su propio tiempo. Ante esta obra moderna, se percibe el silbar lejano de las locomotoras que un día se fueron y que de pronto, regresan con los rostros del ayer, para fortalecer el futuro. Son el sentir de un mundo que no renuncia a la esperanza. Son los binarios de una nueva era. Son la voz del pasado que renace para devolver la faz de un tiempo decantado y bucólico. Son en fin, las nostalgias poéticas de un joven pintor que reflexiona, sueña y crea arte…

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