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sábado, 15 de marzo de 2025

Campos Mórficos, Biopedagogía y Expresión Artística: Una Convergencia en el Aprendizaje Humano

 

Mgtr. Antonio F. García Zamora.


dibujo de manos
Resumen

El presente ensayo explora la relación entre la teoría de los campos mórficos de Rupert Sheldrake y la biopedagogía, con énfasis en la expresión artística como un catalizador del aprendizaje y la emoción. Desde una perspectiva biológica y epistemológica, se argumenta que el aprendizaje no es un proceso meramente acumulativo, sino una transformación estructural del ser humano que ocurre en la interacción con su entorno. Se analiza cómo la teoría de la autopoiesis de Maturana y Varela (1984) se enlaza con los campos mórficos para proponer una concepción más holística del aprendizaje, donde la memoria colectiva y la expresión artística juegan un papel fundamental en la inclusión y el desarrollo humano. Además, se incorporan las ideas de Eisner sobre la importancia de la educación artística en la formación de habilidades cognitivas y emocionales.

Introducción

El aprendizaje ha sido tradicionalmente estudiado desde perspectivas cognitivistas y conductistas, sin embargo, enfoques más recientes han explorado su dimensión biológica y social. La biopedagogía, como campo emergente, entiende el aprendizaje como un proceso dinámico que involucra la autopoiesis y la adaptación estructural del individuo en relación con su entorno (Brenes Montero, 2021). En este contexto, la teoría de los campos mórficos de Sheldrake (2009) introduce la idea de que existen patrones de memoria colectiva que influyen en la organización y transmisión del conocimiento. La expresión artística, a su vez, no solo facilita la transmisión de estos patrones, sino que también permite la emergencia de nuevas formas de conocimiento a través del despertar emocional y la interacción sensorial.

Biopedagogía y Autopoiesis: Aprendizaje como Transformación

Maturana y Varela (1984) definen la autopoiesis como la capacidad de los sistemas vivos de mantenerse y reconstruirse a sí mismos a través de la interacción con su medio. En el contexto educativo, este principio implica que el aprendizaje no consiste en la acumulación de información, sino en la transformación estructural del individuo en respuesta a su entorno. Como afirman los autores, todo hacer es conocer y todo conocer es hacer (Maturana & Varela, 1984, p. 29), lo que sugiere que el aprendizaje es inseparable de la acción y la experiencia. Desde esta perspectiva, la biopedagogía enfatiza que los procesos educativos deben fomentar espacios de interacción significativa, donde los aprendices puedan reconfigurar su estructura cognitiva y emocional de manera activa.

Campos Mórficos y Aprendizaje Colectivo

Sheldrake (2009) propone que los campos mórficos actúan como matrices de información que facilitan la transmisión de patrones de comportamiento y conocimiento sin necesidad de una transferencia física directa. Según esta teoría, los sistemas vivos aprenden y evolucionan a partir de la resonancia con patrones establecidos en su historia evolutiva y social. Esto significa que el aprendizaje puede no solo depender de la experiencia individual, sino también de la influencia de estructuras de información colectivas que atraviesan generaciones. En el contexto de la biopedagogía, esto refuerza la idea de que el conocimiento no es estático ni individualista, sino que emerge de la interacción dinámica entre el aprendiz y su comunidad.

Expresión Artística, Despertar Emocional y Aprendizaje

El arte ha sido reconocido desde la antigüedad como una vía fundamental para la expresión del conocimiento y la emoción. En el marco de la biopedagogía, la expresión artística permite la generación de experiencias de aprendizaje que involucran el cuerpo, la emoción y la memoria colectiva. Como sostienen Maturana y Varela (1984), "vivimos en un mundo que no es independiente de nosotros, sino que surge a partir de nuestras interacciones y emociones" (p. 75). En este sentido, la creación artística actúa como un espacio de resonancia donde los aprendices pueden experimentar transformaciones cognitivas y emocionales que refuerzan su proceso de aprendizaje.

Elliot Eisner (2002) resalta que el arte no solo desarrolla la sensibilidad estética, sino que también cultiva habilidades de pensamiento crítico, resolución de problemas y percepción simbólica. En su análisis sobre la educación artística, Eisner argumenta que las artes enseñan a pensar de manera cualitativa, a ver conexiones más allá de lo evidente y a manejar la ambigüedad con creatividad (p. 34). Desde esta perspectiva, la integración del arte en la educación biopedagógica amplifica las oportunidades para el desarrollo de la inteligencia emocional y la construcción del conocimiento a través de múltiples formas de representación.

Sheldrake (2009) también argumenta que la creatividad no es un proceso individual aislado, sino que está influenciado por patrones previos que resuenan en la conciencia colectiva. Esto significa que la música, la pintura, la danza y el teatro no solo despiertan emociones, sino que también fortalecen conexiones de aprendizaje al resonar con experiencias compartidas dentro de una cultura. La expresión artística, por lo tanto, es un medio esencial para la inclusión y la integración de los aprendices en procesos de aprendizaje colectivos y significativos.

Conclusión

La interconexión entre los campos mórficos, la biopedagogía y la expresión artística refuerza la idea de que el aprendizaje es un fenómeno dinámico y colectivo. Lejos de ser una simple transmisión de información, el aprendizaje implica la transformación estructural del individuo en interacción con su entorno. La expresión artística, en particular, juega un papel esencial en este proceso al facilitar la experimentación emocional y sensorial que permite la emergencia de nuevas formas de conocimiento. Integrar estas perspectivas en la educación puede conducir a una pedagogía más inclusiva y acorde con la naturaleza biológica y social del ser humano. La visión de Eisner sobre la educación artística complementa este marco al demostrar que el arte no solo enriquece el aprendizaje, sino que también fomenta habilidades esenciales para la vida en sociedad.

Referencias

  • Brenes Montero, J. (2021). Biopedagogía, herramienta de estrategias hacia la inclusión de personas dentro del sistema educativo. Revista Estudios, (43), 11-16.
  • Eisner, E. W. (2002). The arts and the creation of mind. Yale University Press.
  • Maturana, H., & Varela, F. (1984). El árbol del conocimiento: Las bases biológicas del entendimiento humano. Editorial Universitaria.
  • Sheldrake, R. (2009). Morphic Resonance: The Nature of Formative Causation (4th ed.). Inner Traditions.

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